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José María Ferrándiz, responsable de la división 3D de Grupo Solitium

  • Publicado el 03 de Diciembre de 2018
“Lo que necesita el impresor para sacar partido de esta tecnología es formarse a nivel técnico”

Grupo Solitium analiza en esta entrevista la situación actual de la impresión 3D en nuestro país y cómo los impresores pueden sacar partido a esta tecnología.

¿Cómo ve el sector de la impresión 3D?

El sector de la impresión 3D se podría dividir entre el área doméstica y el área industrial. Dentro del ámbito doméstico, la impresión 3D no va a más porque hay una limitación de carácter técnico. Dentro del ámbito industrial, casi todos los fabricantes tienen su oficina técnica y casi todos trabajan en 3D.

¿Cómo está la salud del mercado de la impresión 3D?

A nivel doméstico el sector se encuentra con las trabas y las barreras de entrada típicas (falta de conocimiento, herramientas, materiales, homologaciones, etcétera), por lo que debemos decir que en este sentido está estancado. A nivel industrial es un área de negocio totalmente potencial con muchas oportunidades y crecimiento. Implica todas las ventajas de la fabricación aditiva frente a la fabricación tradicional: reducción de costes, eliminación de stock, fabricar adhoc al mismo coste, producción a baja escala, deslocalización, etcétera. Y a nivel de piezas para uso interno le supone a la empresa una ventaja competitiva como ahorro de tiempos, por ejemplo.

José María Ferrándiz, responsable de la división 3D de Grupo Solitium

¿Cómo cree que los impresores pueden sacar partido a esta tecnología?

Lo que necesita el impresor para sacar partido de esta tecnología es formarse a nivel técnico. Sólo de esta manera podrá tener alguna ventaja competitiva, ya que este tipo de profesional está acostumbrado a trabajos a nivel gráfico y está especializado en ello, pero no a nivel industrial ni a contar con un equipo formado. Que un impresor tenga un equipo cualificado y especializado en facilitar a sus clientes piezas funcionales en 3D es todo un valor y la mejor manera de sacar partido a esta tecnología, porque él va a ser el convertidor o el facilitador de piezas a nivel local.

Él puede fabricar a nivel local en su barrio y suministrar las necesidades que el público necesite. Pero también tiene que tener la capacidad, no puede esperar a que el cliente le venga con un archivo en la mano. Él tiene que tener un equipo de diseño para que el cliente le presupueste y le realice sus ideas. El impresor 3D de barrio suele ser una persona con cualificación técnica limitada a nivel de materiales, de geometría, de esfuerzo… y la impresión 3D es una parte más orientada a la ingeniería que a la industria gráfica. De ahí que sea esencial meter en las empresas personal formado en 3D dentro de los equipos de reprografía.

José María Ferrándiz, responsable de la división 3D de Grupo Solitium¿Les compensaría tener esa línea de negocio?

Depende de la situación de cada impresor. Si, por ejemplo, no tienes a ningún competidor que ofrezca estos servicios la ventaja es indudable y la barrera de entrada menor. En ese caso sí sería interesante lanzarse a la impresión 3D para cubrir las necesidades más locales como, por ejemplo, si a una señora del barrio se le rompe un botón de la lavadora, tú como impresor podrás solucionarle el problema reproduciéndolo en 3D para que, en unas horas, tenga funcionando la máquina. Vivimos en el mundo del 3D. Todo se materializa, desde una patilla de gafa a una joya.

¿Para qué tipo de producción es más recomendable la impresión 3D?

La producción en 3D está orientada a piezas de poca tirada o baja producción, algo que no resulta del todo atractivo a la industria masiva. Sin embargo, cuando piden una cantidad pequeña de piezas, pon unas 15, hay empresas que tienen problemas para entregarlas porque no las pueden fabricar al ser una cantidad tan mínima. Este tipo de trabajos, que podría hacer un impresor digital de barrio, no dependen tanto de la escala de producción sino del material y de la cantidad del mismo que se necesita para fabricar la pieza y, sin embargo, aporta al negocio un claro valor diferencial pues con la fabricación aditiva se pueden recuperar productos descatalogados, fuera de stock, producir a baja escala recambios provisionales, piezas que tardan un mes en llegar o piezas de temas domésticos como las figuras de las tartas de bodas, etc, sin que la empresa se vea obligada a comprar grandes tiradas.

¿Qué materiales son los más adecuados para realizar productos en 3D?

No hay un material más adecuado. Cada material va relacionado con las prestaciones mecánicas que se necesitan para esa pieza en particular. Así, si lo que busco es reproducir una figurita decorativa podré producirla en un espectro de materiales más amplio y utilizar, por ejemplo, un material más económico como puede ser el plástico. Si tengo que fabricar una pieza dinámica tendré que inclinarme por un material con algún tipo de prestación mecánica. Si yo quiero un material que me aguante la intemperie, la luz ultravioleta y necesito que sea antivandálico para la pieza, la utilidad me dirá qué material necesito.

Hay una falsa apreciación de materiales. Ahora se tiende al metal en el mundo industrial cuando muchas veces no es necesario. Con la tecnología de HP casi todas las piezas de aluminio son susceptibles de cambiarse a poliamida, a nailon. El metal se trabaja por masa: consigo prestaciones mecánicas a través de meterle más masa de material, no a través de geometría. La tecnología de HP nos permite diseñar a través de geometría y calcular las piezas que resistan a través de la geometría, no a través de meterle gramos o kilos a la pieza.

Muchas de las piezas que hoy trabajamos en aluminio son susceptibles de cambiarse a plástico que se traduce para la empresa en rapidez, en reducción de costes porque pagamos por gramo y pesan menos y tiene unas ventajas transversales. Así, por ejemplo, si tengo que diseñar un carro que transporta un motor puedo fabricarlo en poliamida con tecnología HP que me permite reducirlo todo lo posible para que el motor también pese menos.

De este modo, en lugar de transportar un motor de 300 gramos, puedo hacer que pese 30 gramos y reducir también su consumo energético sólo con haber reducido también el peso del carro que lo transporta. Mi ventaja cuantitativa será que mi equipo es más competitivo porque consume menos que el resto y es más compacto.

José María Ferrándiz, responsable de la división 3D de Grupo Solitium

¿Cuál es la novedad de su empresa para este mercado?

Nosotros distribuimos equipamiento para empresas: tanto para oficinas técnicas como para industriales, así como para sistemas de producción. Nos hemos dado cuenta de que la pyme española tiene carencias de digitalización de las piezas en la oficina técnica. Nuestro valor es que disponemos de un departamento de ingeniería que ofrece servicios de digitalización y de ingeniería aplicada a la fabricación aditiva.

¿Qué diferencia al equipo que comercializa del resto del mercado?

Nosotros comercializamos equipos que suponen ecosistemas: equipo, software y material base. Es un sistema cerrado. Si yo trabajo con el ecosistema mis tasas de fiabilidad son infinitamente mayores, software intuitivo y fácil de usar. Trabajamos con materiales técnicos. Tengo un equipo de producción que, aunque trabaje en un ecosistema, siempre tienen una puerta abierta a un tercero. Así si un cliente, por ejemplo, quiere experimentar y dedicarle horas a la máquina con un material de terceros, puede hacerlo.

José María Ferrándiz, responsable de la división 3D de Grupo Solitium

¿Qué está por venir en este mercado?

La revolución va a afectar a todo el sector del metal: uso de metales férricos, titanios, cromocobaltos, metales técnicos pero no a nivel industrial sino a nivel de materiales de oficina técnica. Tener un pequeño equipo de prototipo, pero ya para montar esa pieza y validar que mecánicamente y funcionalmente resiste y geométricamente no genera ningún tipo de colisión. El metal es el nuevo campo, se nos abre y nos quedan muchos años de desarrollo.

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