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Por qué 2020 es un año clave

  • Publicado el 23 de Abril de 2019
  • Anna Solana

La transformación digital de las industrias y los negocios se acelera de la mano del IoT y otras tecnologías disruptivas. A menos de un año para una fecha redonda en la que muchos expertos pronosticaron un punto de inflexión tecnológico, eventos como IoT Solutions World Congress animan a las empresas a digitalizarse y participar en un futuro conectado que ya es presente.

En 1997, la revista Wired pronosticó que en 2020 "los humanos llegarían a Marte". Si nos lo hubieran preguntado entonces, quizás hubiéramos imaginado también que ese año nos alimentaríamos con pastillas sintéticas, tendríamos robots-mayordomo en casa, y viajaríamos en coches voladores.

Sin embargo, como advirtió en el 2000 el futurista Paul Saffo, “simplemente viviremos como lo hacemos hoy, en una era de destrucción creativa inducida por la tecnología”, lo que significa que aparecerán nuevas tecnologías que desplazarán a las antiguas y que crearán oportunidades imprevistas para todas las partes implicadas. En aquel momento, 2020 era sólo una fecha límite, lo suficientemente atractiva para hacer prospectiva a 20 años vista, pero tampoco iba desencaminado.

Los dispositivos inteligentes o, mejor dicho, las cosas conectadas, combinadas con nuevas formas de procesar y distribuir la información y una mejor conectividad ya están revolucionando una gran variedad de sectores industriales como la monitorización ambiental, las vías navegables, la gestión de la energía, las ciudades inteligentes, la producción de bienes, la logística y un largo etcétera. Podríamos hablar de sensores, smart beacons, drones, inteligencia artificial, edge computing o blockchain –que es más fácil de entender de lo que parece–, así como 5G y Wi-Fi 6, pero ése no es el quid de la cuestión. La idea está clara.

Por qué 2020 es un año clave

Catalizador de cambios

El Internet de las cosas representa un cambio en el terreno de juego que permite reducir costes, mejorar la eficiencia y que probablemente desencadenará una transformación monumental en los próximos años. En este sentido, el año 2020 es mucho más que un bonito número redondo. Según Gartner, para entonces más de 20.000 millones de cosas conectadas estarán en uso. Cisco es más optimista y eleva la cifra hasta 50.000 millones. Intel escala a la friolera de 200.000 millones de dispositivos conectados vía IoT. Sea cual sea la fuente, es importante poner esta tendencia en perspectiva “Dentro de los próximos dos años, el gasto global en Internet de las cosas superará el billón de dólares anual. El año pasado, el gasto militar global alcanzó aproximadamente los 1.700 millones de dólares, el 2.2% del PIB mundial. La historia militar se remonta a más de 4.000 años; mientras que el Internet de las cosas existe desde hace apenas unas décadas”, dice Jeff Merritt, director de IoT, Robótica y ciudades inteligentes en el Foro Económico Mundial (WEF) y ponente en la pasada edición de IoT Solutions World Congress (IoTSWC).

Merritt está convencido de que "estamos entrando en una nueva fase de enorme crecimiento y oportunidad para el Internet de las cosas, ya que no solo se está expandiendo para impactar en nuevas industrias y sectores económicos, sino que también está llegando a nuevas partes del mundo". En este sentido, subraya que "los países que experimentarán el aumento más rápido en el gasto de IoT están ubicados en América Latina. Según IDC, se prevé que México, Colombia y Chile registren tasas de crecimiento anual compuesto del 28,3%, 24.9%, y 23.3%, respectivamente en los próximos cinco años”.

En cuanto a los sectores con mejores perspectivas, María Eugenia Fuenmayor, directora científica de TIC y Media de Eurecat, Centro Tecnológico de Cataluña, apunta a la tecnología de vehículos sin conductor. La experta considera que los vehículos altamente automatizados no están muy lejos de generalizarse. De hecho, según Gartner, en 2020 habrá alrededor de 25 millones de coches conectados.

Esto será posible con un mayor impulso de la conectividad 5G, cuyas especificaciones se aprobarán en abril de 2019, el nuevo estándar de Wi-Fi IEEE 802.11ax (conocido como Wi-Fi 6) y el uso de edge computing, que permite a aplicaciones inteligentes y dispositivos procesar datos por sí mismos o mediante un ordenador local, evitando así la transmisión a un centro de datos. Pero al mismo tiempo, se plantean también retos legales, éticos y de seguridad, dice Fuenmayor.

Inteligencia ubicua

Teniendo esto en cuenta, es difícil ser conscientes que estamos a solo pocos meses del año 2020. Alicia Asín, directora ejecutiva de Libelium, empresa española de IoT que implementa proyectos inteligentes en 120 países, se muestra realista. "El mercado de IoT está en sus inicios y necesita alcanzar un cierto grado de madurez para que las inversiones despeguen". En este sentido, Asín anima las empresas a unirse a la revolución IoT, a prepararse probando las soluciones que ya existen en el mercado, o al menos ver y conocer su funcionamiento y resultados en eventos como IoTSWC, para luego adaptarlos a un proceso de producción específico.

"La digitalización de la industria y el desarrollo inteligente de las ciudades es una carrera de resistencia, no una prueba de velocidad", afirma la directiva de Libelium. Eso significa que los primeros pasos probablemente no darán resultados inmediatos y tangibles. Pero "lo más importante es seguir planificando proyectos con objetivos a corto y medio plazo, en lugar de permanecer en el punto de partida con una actitud pasiva", concluye Asín.

Las soluciones inteligentes IoT ya no son únicamente "algo que queda bien tener", son esenciales no sólo para mejorar los procesos de fabricación sino también para reducir nuestra huella ambiental. Sin embargo, su potencial impacto social depende de nuestra capacidad para "aprender de los esfuerzos del pasado, estandarizar nuestros enfoques y evitar la experimentación aislada", dice Jeff Merritt.

Con todo, siendo conscientes de esto, para 2020, como dijo a finales de los 80 el científico estadounidense Mark Weiser, la tecnología podría, de algún modo, ser realmente ubicua y “pasar a un segundo plano en nuestras vidas” para que podamos redescubrir nuestro entorno, en lugar de mirarlo a través de una pantalla de 4 o 5 pulgadas.

Anna Solana

Colaboradora IoTSWC 2019

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